27.10.13

Por la vía equivocada


Yo sé que también le robaba los sueños, como ella por las noches, violentaba contra mí. Ya no me importaba si al final yo decidiera tomar el viaje solo y ella se quedara con las dudas, con el miedo que la carcome por las noches, cuando el amor decide dar ese gran golpe.

Nos sentamos a conversar, de rato en rato. Ella duda, me mira, sonríe, baja la mirada, voltea la cabeza y bueno, ya no decide mirar más. Mis palabras se van enfermando y entonces ella reniega y da media vuelta. La veo irse, pero no me muevo, sé que si doy un solo paso tropezaré y ya no quiero hacerlo más.

Pero ella ya no está, caminó por la vía incorrecta, lo sé. Como sé también que me equivoco con lo que digo. Siento esas suaves manos sobre mi espalda, entre mis dedos y me pierdo entre sus ojos que reflejan soledad y piden a gritos un abrazo. Soy muy cruel conmigo mismo, en esas noches violentadas por sus recuerdos y solo espero que tropiece en ese camino y la vía se equivoque y la mande de regreso y camine y me mire y entonces yo la querré más y más, pero qué va, sigo siendo cruel.

El día en que ella abra los ojos, habrá caminado tanto que me verá sobre el monte, a lo lejos, inalcanzable y tardío. Y yo cabalgando una esperanza desecha y moribunda, buscando un nuevo camino, otros ojos que reflejen soledad, también.

24.9.13

RECUERDOS DE ALHAMBRA


No coincidían ni de casualidad. Cada uno camina disparejo, a paso cambiado.

Las rutinas de ambos luchaban a espacios y tiempos distintos, sus vidas parecían viajar en trenes con retraso, pero él soñaba con su sonrisa, con esos ojos café que se encendían con el sol, con su mirada baja, media tímida, como una flor que teme abrirse delante de la vida. De noche, siempre le escribía una canción, que combinaba con el sonido de su voz, como el de “Recuerdos de Alhambra” y le comentaba que ella se merecía un novio poeta. Se aturdía pensando en ella, pero ¿cómo he de sentirse así, si los suspiros que ella regalaba no tenían inscrito su nombre? Él solo sabía que la espera de aquel amor inexistente, se presentaría un día y le diría que no pierda las llaves del cielo.

Llegaban las maletas de amores condenados a convertirse en cera de vela encendida, en puntos suspensivos, en otros nombres. Él las recogía y las llevaba a sus viajes, eran solo gatas callejeras, promesas incumplidas, y en cada estación, después de desnudarse, decían que era mejor marcharse. Pero besar las cadenas no hacía que las rompiera, y todas aquellas canciones que siempre escribía para ella se disipaban con las medias sonrisas que encontraba en las maletas y enviudaba con cada viaje, porque ellas morían cuando el sol saludaba.

Ahora solo le queda un alma, y una guitarra que no deja de cantar a pie de la noche. Había futuro en las pupilas, él esperaba que ella le escribiera algún día, sentado, escuchando cincuenta tangos y con un siete en el corazón. Vive pensando que le faltaba una canción. Habría que ser más duro para mirar al futuro deseado, pero al imaginar nuevamente sus pequeños labios rosados, sintió que llegaría.

 

 

Habían rapado ya sus sueños.

 
Al siguiente día, ella terminó por escuchar el casete que dejaba a medias: “Recuerdos de Alhambra”.

30.8.13

LA MUJER DE LA CALLE

Ella cogió sus cosas
-como de costumbre-
las tumbó al suelo
sintió el pesar de la vida
y a la muerte posarse en sus pies.
Ella solo espera,
con calma,
sin nada.

QUIÉN NOS MANDA A CAMINAR

¿Quién nos manda a caminar
por las sendas de una vida prestada?
¿Quién nos habla al oído
y sin gritar nos deja sordos?
ya nadie entiende el mundo circular
y se esconde bajo las piedras,
bajo las manos de quienes violan en secreto
las promesas dejadas en el tiempo.

YO TE AMO DESDE LEJOS

Yo te amo desde lejos
atormentado,
medio loco, medio cuerdo
y cuento tus cabellos
uno por uno,
pensando,
que ya me cansé
de tenerte entre mis sombras
y arañarte en las paredes
porque te amo
uno por uno
se van consumiendo
con el fuego lento
de mi esperanza
las razones
las verdades
tus besos
tus mejillas
mis dedos
mis caricias
mi vida