9.1.14

Después de una espera larga...

Ella siente que lo va queriendo más y por eso se detiene. Se envuelve y trata de protegerse entre comentarios de quien tiempo atrás, fue un compañero. Pero esas palabras que se vuelcan en su mente solo le hacen más daño y se queda quieta, se despide, y da la vuelta en contra de lo que ella realmente quiere y la hace feliz.

Huye como una gaviota, y no piensa que los amores cobardes no llegan a historias y mueren ahí y ni los recuerdos los puede salvar. Los adioses nunca regresan a convertirse en saludos, y tal vez ella teme que eso suceda. Ella puede ver esa luz que parpadea y el miedo la sigue comiendo, pensando en que puede, aquella luz, desaparecer.

Él le dice que el presente es imprescindible, que no lo deje ir por más que no sepan ni cuánto dura un presente, pero solo saben que es el único tiempo para demostrar lo que hay escondido en los vaivenes de sus corazones.

¿Acaso han de irse? ¿Acaso han de desaparecer entre la maleza que esconde las historias que sus puños escriben? Ellos los saben, pero solo el miedo de aceptar que ya nada es lo mismo y que una historia se piensa a escribir hace que ella siga dudando y viva con los ojos tapados por sus propias manos.

Después de una espera larga siempre hay un primero de enero que mata la sed de la garganta.